Dolores del Río, la legendaria estrella de la “Época de Oro” del cine mexicano, dejó un legado imborrable tanto en la pantalla grande como en la arquitectura de sus hogares. A lo largo de los años, la actriz vivió en varias residencias emblemáticas en Coyoacán, Acapulco y Durango, cada una con su propio encanto y misterio.
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Dolores del Río y sus diversas casas
Considerada como una de las estrellas más importantes de México, se caracterizó por ser la primera actriz en traspasar la frontera con su talento y conquistar Hollywood. Su participación en filmes de blanco y negro la ayudaron a crear una fortuna y tener una vida llena de lujos. Entre sus bienes se encuentran grandes propiedades en las que dejó huella con su decoración extravagante, que sigue sobreviviendo hasta nuestros días.
La “Escondida” en Coyoacán
En el número 37 de la calle Salvador Novo, en la alcaldía Coyoacán, se encuentra la casa conocida como: “La Escondida”. La icónica residencia de Dolores del Río ha capturado la imaginación de generaciones que se preguntan sobre los misterios que alberga la propiedad.
La casa lleva ese nombre por su discreta ubicación y su jardín exuberante, que ofrecía privacidad y tranquilidad a la estrella de cine. Hay que destacar que este fue el hogar Dolores hasta su muerte el 11 de abril de 1983.
La casa de playa de Dolores del Río
En las paradisíacas costas de Acapulco, Dolores del Río también tuvo una impresionante casa que reflejaba su amor por el mar y el sol. Rodeada de palmeras y con vistas al Océano Pacífico, esta residencia era un santuario para la artista, donde se sumergía en su pasión por la pintura y la escritura.
La casa cuenta con cuatro habitaciones, 2 albercas y su propio palmar, a pesar de ser más pequeña en dimensión con sus otras propiedades, es ideal para descansar. El recinto actualmente se puede rentar para disfrutar de unos días de descanso.
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La residencia colonial
Otro capítulo importante en la vida de Dolores del Río se desarrolló en la ciudad de Durango, donde la actriz tenía una casa de estilo colonial. Durango fue el lugar de muchas de sus películas y su lugar de natal, por lo cual era un sitio relevante y de recuerdos sentimentales para la actriz. En su casa, artistas y cineastas se reunían para discutir proyectos y celebrar el arte.
Hasta el día de hoy la arquitectura de sus casas y decoraciones extravagantes siguen cautivando a los amantes de la historia y del cine mexicano.