Entre hits y carreras, en el softbol femenil tuvo lugar una historia de amor. Amanda Chidester y Anissa Urtez compitieron con selecciones distintas: Estados Unidos y México, a las puertas de su boda en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
“No se preocupen, amigos. Nos seguimos amando una a la otra”, publicó Urtez en redes sociales para acompañar un selfi con Chidester, después de que Estados Unidos venciera 2-0 a México en el softbol femenil el pasado sábado.
“¡Nos preguntan constantemente qué sentimos sobre competir una contra la otra! ¡Las dos estamos emocionadas! Somos competidoras que estamos enfocadas en nuestros propios caminos con nuestros equipos”, había escrito Amanda en Instagram antes del enfrentamiento entre sus seleccionados en la reaparición del softbol femenil como deporte olímpico.
Chidester y Urtez se conocieron en 2008 cuando jugaban juntas en un equipo de softbol con base en Texas, los Scrap Yard Dawgs.
Comenzaron a salir y dos años después se comprometieron en el lugar favorito de Urtez, Horseshoe Bend, un impresionante meandro en el Río Colorado, en Arizona.
“Mi persona para siempre. Mi sitio favorito. Tú iluminas mi mundo. No puedo esperar para hacer este hermoso viaje juntas”, escribió Urtez entonces al compartir una fotografía en la que le mostraba al mundo su anillo de compromiso con el paraje natural como fondo.
Dos selecciones de softbol femenil pero un solo amor
Chidester, de Detroit, compite con su país natal. Urtez, de Long Beach, California, lo hace con la nación de su familia desde que fue a un campamento de la selección de México en 2016 por consejo de un tío que era coach del equipo, cuya base es precisamente jugadoras nacidas en Estados Unidos con orígenes mexicanos.
En su día a día, las dos forman parte de Athletes Unlimited, organización que tiene ligas profesionales de “fantasía” en la que jugadoras van rotando por equipos encabezados por estrellas del softbol como la medallista de oro olímpica estadounidense Cat Osterman. La firma tiene también eventos de voleibol y lacrosse.
Ya antes de llegar a los Juegos Olímpicos sabían lo que era jugar una contra otra, pues también son parte de la National Pro Fastpitch, un circuito profesional en el que Chidester juega para las Chicago Bandits y Urtez para las Cleveland Comets.
“Salimos al terreno de juego y damos todo lo que tenemos”, expresó Chidester.
“Estamos orgullosas una de la otra por vivir nuestros sueños y amamos cada segundo de esta experiencia que vivimos juntas”, añadió sobre la experiencia olímpica, declarándose orgullosa de “lo que Anissa ha logrado en su carrera y estoy emocionada de competir contra ella en el escenario más grande”.
Urtez, a la vez, la llama su “ídolo”.
Al final del día, dice Chidester, su admiración y su apoyo mutuo es “incondicional”. Una historia de amor que superó hasta la rivalidad del softbol femenil que se vivió en Tokio 2020.