Seiko Hashimoto fue nombrada este jueves presidenta del comité de organización de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, tras la dimisión de su predecesor por palabras machistas, es una antigua medallista olímpica de patinaje de velocidad y una de las pocas mujeres políticas japonesas de primer plano.
De 56 años, era desde septiembre de 2019 una de las dos únicas mujeres del gobierno nipón, como ministra por la igualdad de género y de la emancipación de las mujeres, así como ministra de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, pero Seiko Hashimoto presentó este jueves su dimisión de esos cargos.
Hashimoto tiene una larga carrera a sus espaldas como política, donde ocupa un asiento en la Cámara Alta del parlamento japonés desde 1995, y como deportista.
En las décadas de 1980-1990, participó en cuatro Juegos de invierno como patinadora de velocidad, ganando el bronce en los de Albertville (Francia), en 1992, y en tres de verano como ciclista en pista.
Al frente de Tokio 2020, sucede a Yoshiro Mori, antiguo primer ministro, de 83 años, obligado a dimitir la semana pasada tras el escándalo provocado por sus comentarios sexistas, al decir que las mujeres hablan demasiado en las reuniones, lo que encontraba “molesto”.
En un Japón muy mal clasificado en materia de igualdad de sexos, Hashimoto dijo entonces querer tener una “franca conversación” con Mori, recordando que el principio de igualdad hombres-mujeres estaba en el corazón del olimpismo.
Hashimoto estuvo en el centro de una polémica en 2014, con la publicación de fotos en las que estaba besando en los labios a un patinador japonés, veinte años menor que ella, en una foto de celebración de los Juegos de invierno de 2014 en Sochi, donde dirigía la delegación japonesa.
El patinador, Daisuke Takahashi, dijo lamentar este episodio, sin haberse sentido “acosado”. Hashimoto se excusó ante todo “malentendido”.
A solo cinco meses de los Juegos de Tokio 2020, aplazados el año pasado debido al coronavirus, la tarea que le espera a Seiko Hashimoto es considerable, ya que la opinión pública japonesa es mayoritariamente opuesta a la celebración del evento, debido al recrudecimiento de la crisis sanitaria.