A lo largo del tiempo el doping ha sido uno de los factores por la que muchos atletas han sido eliminados o cesados de la actividad deportiva y que los han dejado fuera de competencias tan importantes como lo son los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
El doping, de acuerdo con el Comité Olímpico Internacional, es la prueba hecha mediante muestras de orina o sangre por la cual se conoce si el atleta en cuestión tiene en su organismo cualquier sustancia fisiológica en cantidades anormales con la intención de aumentar de un modo artificial su rendimiento en la disciplina en la que participe.
El doping supone entonces una forma deshonesta de alcanzar las habilidades necesarias para poder llegar a una meta deportiva, en el caso de la justa veraniega en curso, la obtención de medallas para los países que representan.
Puesto que el doping o dopaje va en contra de lo que promueve el mismo deporte y su implicación con la vida saludable, esta práctica, de acuerdo con las instituciones deportivas internacionales, envilece al deportista “pues lo convierte en un objeto al que se manipula, creando una máquina” a la cual hay que explotar al máximo.
En los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y en todas competencias hay un momento o área en la que los deportistas se someten a pruebas de doping, en el caso de que se encuentre que hay presencia de sustancias que no son normales, los atletas pueden ser eliminados de la competición.