Madison Keys al borde del llanto tras ganar el Australian Open: “Pensé que no podría volver”
El trofeo del Australian Open 2025, en su rama femenil, se quedó en las manos de la tenista estadounidense Madison Keys, quien dio la sorpresa del torneo este sábado al vencer en la final a la bielorrusa Aryna Sabalenka, doble campeona en Australia, por 6-3, 2-6 y 7-5.
Más allá del resultado, este triunfo de la deportista de 29 años tuvo tintes dramáticos, pues le dedicó la victoria a su esposo y entrenador, además de reconocer que dudó en volver a las canchas tras una serie de lesiones a lo largo de la presente temporada.
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Una victoria emotiva para Madison Keys en el Australian Open 2025
“Este es el momento en el que voy a llorar”, dijo una Madison Keys que luchó profundamente contra el reto de dejar su eterna sonrisa para dar paso a las lágrimas. Ganar el Australian Open lo amerita, sobre todo cuando buscó por años ganar un título de Grand Slam, según sus propias palabras.
“Quise esto por tanto tiempo y estuve antes en otra gran final sin poder ganar, no sabía si podría ser capaz de regresar a esta posición para pelear por un trofeo otra vez. Mi equipo creyó en mi todo el camino y se los agradezco mucho”.
Madison Keys
Vencer a la favorita Sabalenka en una de sus tierras predilectas fue un reto, pero no más grande que el desafío de no romper en llanto ante los aplausos del público en el Rod Laver Arena de Melbourne, Australia.
Madison Keys fue fuerte para ocultar sus emociones, pues no tenía forma de saber que, a sus espaldas, Bjorn Fratangelo, su ahora esposo y entrenador, ya había cedido a las lágrimas.
“Mi equipo creyó en mí cuando ni yo creía en mí“, reconoció ante los espectadores que, conmovidos, no sabían si aplaudir o callarse ante uno de los momentos más emotivos de todo el Australian Open 2025.
Un trofeo para su esposo y como muestra de resiliencia
Los trofeos no definen a los deportistas, al menos no necesariamente, y el título de Australia relucía en las manos de Madison Keys, quien dejó claro frente al micrófono que la copa sólo valía por el sacrificio que significó.
“El año pasado fue muy duro por lesiones realmente graves y no sabía si podría volver a hacer esto otra vez. Estar aquí y tener este trofeo, y poder hacerlo con mi esposo es mejor, que seguramente está aturdido y confundido”, dijo tan confundida como Bjorn.
El deporte nunca se podrá reducir a una pelota, una raqueta o un marcador; las historias que hay detrás del punto, set y partido son lo que definen los logros. El metal se oxida, pero las luchas internas son marcas indelebles.
En octubre pasado, Madison Keys decidió poner punto y final a su temporada para casarse con ese sujeto de gorra que no pudo contener las lágrimas en la Rod Laver Arena.
Fratangelo dudó entrenar a su ahora esposa, según confesó la propia tenista, pero lo hizo y volvieron para tener su regalo de bodas. “Siento que es la mejor luna de miel posible. Es perfecta”, complementó la estadounidense.
Pero no hay que olvidar que la última palabra no la tiene ni el entrenador, ni la familia ni la raqueta; la última palabra es de quien rebasa la red. Madison Keys se convirtió en la cuarta tenista más veterana en ganar un Grand Slam desde el inicio de la era Open en el tenis en 1968.
Sin ser la favorita, venciendo lesiones, a decenas de miles de kilómetros de su hogar y llegando a la final como la número 19 del mundo enfrentando a la número uno del ranking de la Women’s Tenis Association (WTA).
Los números sólo son números, hasta que se convierten en historia.
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Aryna Sabalenka, la cara opuesta del triunfo de Madison Keys
Para cada ganador hay una contraparte, aquel que se quedó en la línea. Es una parte inevitable del deporte y todo lo que rodea a la cancha. Le pasa al deportista, al aficionado, al asistente y a quien trabaja en una cafetería a varias cuadras del estadio.
En esta ocasión, el sinsabor le tocó a Aryna Sabalenka, quien ha estado del otro lado en múltiples ocasiones. Sin embargo, los deportistas con inconformistas como pocos y mientras el micrófono lloró con Madison Keys, también sintió la frustración de la bielorrusa.
“Creo que cuando llegas a la final, es el trofeo o nada. Nadie recuerda a la finalista (…) Quiero decir que, llegados a este punto, solo me vale el título”.
Aryna Sabalenka
El orgullo tiene un tono de voz difícil de ignorar, resuena por todos lados, pero tiene dos rostros: aquel que flagela en la oscuridad y el que obliga a levantar la cara. Éste también llego al Australian Open junto a Sabalenka.
“Pero, por supuesto, estoy orgullosa de llegar a la final. Tres finales seguidas es una locura”, dijo la multicampeona de Grand Slam, quien también aseguró que el próximo año volverá buscando revancha.
La verdad es incluso más escandolosa que el orgullo y Aryna dijo una verdad inconfundible: Madison Keys no tenía nada que perder, razón por la que salió agresiva a la cancha y ganó su primer título de Grand Slam.
La ganadora debutó en el Olimpo, la segunda se quedó a milímetros de ser tricampeona. ¿Quién perdió? Es difícil de decir.
