Daniel Martínez es un árbitro de fútbol llanero sin pelos en la lengua. Es conocido en el Deportivo Reynosa de la alcaldía Azcapotzalco de la Ciudad de México (CDMX) como “El Colas”, por la melena que portó en su juventud.
Este silbante ya se hizo viral en las redes sociales por el lenguaje florido que ocupa para dirigir los encuentros.
Antes de silbar, el árbitro pide permisos y registros para permitir que el juego se desarrolle y si todo está en orden, da pie a que se realice el encuentro en el que rompe con los protocolos.
Daniel asegura que decidió cruzar la línea y responder a los agravios que siempre recibía de los jugadores.
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“De inicio yo era muy enérgico, pero fui viendo que todo va cambiando. Yo los expulsaba y me quedaba con mi coraje, entonces dije esto no es mío, me mentaban la ma… y yo pues…, la tuya”, cuenta don Dany.
Además de su silbato y de las tarjetas para amonestar y expulsar, su voz tiene un peso específico en el campo de juego y los futbolistas amateur lo reconocen.
“Es enérgico, un árbitro debe de ser enérgico en la cancha, en el terreno de juego, porque depende de él que los jugadores no se indisciplinen”, señala Rafael Martínez Olguín, futbolista amateur.
Por su parte, Crispín Juárez, también jugador amateur, destaca que Daniel es buen árbitro, además de que tiene “carisma con los jugadores, diálogo y marca bien”.
Con su título de árbitro amateur expedido por la Federación Mexicana de Futbol, Daniel recuerda a sus grandes maestros:
“Mi primer maestro fue Antonio R. Márquez, árbitro mundial, muy reconocido, muy famoso; después fue Bonifacio Nuñez y Ramos Rizo y Brizio pero el papá de los Brizio”.
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Don Dany se llena de orgullo al recordar que en su momento dejó fuera del campo a grandes leyendas del balompié mexicano.
“Un 21 de marzo de 2003 expulsé a Manolo Negrete en el estadio de la Reynosa, jugaba Pumas contra Águilas Juárez, era aniversario de Águilas Juárez. Allá en el estadio Hugo Sánchez en Cuautitlán expulsé a Hugo Sánchez”, cuenta.
El árbitro aprovecha para mandar un mensaje a sus colegas: “No ser tan autoritarios porque yo veo que hay árbitros muy autoritarios, yo les llamo no árbitros sino arbitrarios”.
Con un rostro de alegría asegura que ama ser silbante y solamente dejará de serlo cuando lo saquen de la cancha con los pies por delante.