Con los Juegos Olímpicos de Tokio cerrados al público por el COVID-19, familiares de los competidores, amigos y miembros de sus comunidades se reúnen en torno a los televisores y pantallas en todo el mundo, y a todas horas, para ver competir a sus atletas.
Las imágenes de una cadena de televisión mostraron a una multitud de aficionados extasiados en un gimnasio de una pequeña ciudad de Alaska, cuando la nadadora de 17 años Lydia Jacoby ganó los 100 metros.
En Hong Kong, cientos de personas se reunieron en un centro comercial para ver al esgrimista Cheung Ka Long recibir su medalla.
En Gran Bretaña, imágenes del video de las celebraciones antes del amanecer en Maidenhead, al oeste de Londres, se hicieron virales después de que Tom Dean liderara el primer doblete olímpico de natación británico en 113 años.
“No invitamos a nadie hasta después de las semifinales, obviamente”, dijo su madre, Jacquie Hughes, a la BBC.
“Ayer por la mañana decidimos que, como no podíamos estar allí, lo bonito sería que Tom supiera que algunos de sus familiares y amigos lo estaban viendo”, agregó.
Dean triunfó a pesar de dos brotes de COVID-19 en la fase previa a los Juegos.
“Invitamos a algunos miembros del club y a algunos vecinos, y antes de que nos diéramos cuenta había 70 personas en el jardín viéndolo en una pantalla grande. Creo que nadamos todos los metros con él, pero en tierra”.
Estos logros se suman al captado el día de ayer cuando la familia del nadador tunecino Ahmed Hafnaoui, quien ganó la final de los 400 metros libres en la natación, estalló en júbilo cuando dejó atrás a sus competidores y se quedó con la medalla de oro.