Una especialista del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM “redescubrió” una serie de tumbas mayas, cuya característica particular es que están acompañadas de una pintura mural, así lo dio a conocer la máxima casa de estudios en un comunicado de prensa, este martes.
Dicho “redescubrimiento” se dio debido a que, según la investigadora posdoctoral de la UNAM, Liliana González Austria Noguez, habitualmente el acercamiento a esos recintos funerarios se ha llevado a cabo a partir de la arqueología; llaman la atención objetos como el jade, la concha o las vasijas.
Sin embargo, en las excavaciones la pintura mural no se ha registrado o los datos son únicamente descriptivos y bastante limitados, con fotografías que a veces son solo en blanco y negro.
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Además, agregó que “otra limitante para su estudio es que en algunos casos ya no tenemos acceso a estas tumbas, porque fueron rellenadas otra vez para consolidar los edificios y evitar que se caigan”.
Según dijo la especialista, este trabajo es importante dado que la pintura mural constituye un bien muy frágil, por lo que es importante conservarlo o, por lo menos, darle difusión, ya que en ocasiones su existencia se queda guardada en los archivos del INAH, en las descripciones de los informes arqueológicos.
Por ello, este trabajo que también es parte del programa Investigadores por México del CONAHCYT, tiene la meta de conocer “cuáles tumbas se han documentado hasta el momento, qué se ha dicho de ellas y qué imágenes se tienen, si es que existen”.
¿Dónde están y cómo son las tumbas mayas “redescubiertas”?
Los sepulcros que se localizan en sitios arqueológicos como Palenque o Calakmul, Tikal, Río Azul, o Caracol y K’akabish, en México, Guatemala y Belice, respectivamente, abarcan una temporalidad que va del Preclásico Tardío al Clásico Tardío, es decir, del año 200 antes de Cristo al 900 de nuestra era, o sea, aproximadamente de un milenio, aunque “proliferan sobre todo en el Clásico Temprano, del año 200 al 600 d.C.”, aseguró González Austria Noguez.
De acuerdo con la especialista universitaria, la característica principal de estas tumbas mayas son las pinturas murales las cuales se distinguen por su bicromía, según lo definió Sonia Lombardo de Ruiz, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
“Estos murales son solemnes y regularmente tienen una mezcla de rojo-blanco, rojo-negro, blanco-negro o rojo-rojo”, dijo González Austria Noguez, quien recalcó que con el rojo se obtenían diferentes tonalidades que oscilan entre el violeta, rosa y naranja.
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El color característico es el rojo, pero no cualquiera, sino el proveniente del mineral denominado cinabrio, un sulfuro de mercurio altamente tóxico, pero duradero y brillante (en menor medida se utilizó la hematita, otro mineral más común, pero casi con las mismas características). Solo una de las tumbas dentro de las registradas en este proyecto de investigación está pintada también con amarillo y azul.
Además de inventariar estas tumbas que están documentadas y llamar la atención acerca de su existencia, con ayuda del Laboratorio de Diagnóstico de Obras de Arte, del IIE, y como parte del Seminario del Color del Programa de Especialización, Maestría y Doctorado en Historia del Arte, realiza experimentos para ver cómo funciona el cinabrio y cuál es su comportamiento con el estuco, bajo condiciones controladas debido a su toxicidad.
La universitaria refirió que los tópicos que se abordan en los murales de las tumbas mayas “redescubiertas” son interesantes; por ejemplo, marcan los rumbos cardinales con el gobernante al centro del universo; montañas, agua, símbolos de joyas o antepasados dinásticos.
“En ocasiones, hay textos jeroglíficos que indican el nombre, los títulos o la fecha de muerte”, describió.
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Algunas de estas tumbas mayas se descubrieron a mediados del siglo pasado, pero fueron quedando en el olvido y ahora son “redescubiertas” por González Austria, a través de la consulta de los archivos de la Coordinación Nacional de Arqueología de INAH, que se resguardan en el Museo Nacional de Antropología.
Tumba del Templo XX sub de Palenque
La experta destacó que un ejemplo de estos sepulcros es el del Templo XX sub de Palenque, descubierto por el Grupo de Las Cruces y dirigido por Merle Greene Robertson, quien encontró una bóveda e introdujo una cámara por un pequeño agujero, y en donde había personajes que se diferencian por sus tocados y atavíos.
Los arqueólogos la vieron, pero quedó cerrada durante 13 años hasta 2012. Adentro, el mural va de piso a techo, en dos tonos de rojo y los personajes que ahí están representados son nueve, parecidos a los tallados en relieve en la famosa tumba del rey Pakal, en el Templo de las Inscripciones.