Alejandro Macías Hernández, especialista en salud pública, calificó como un error el uso temprano de la dexametasona en pacientes con COVID-19, según una publicación de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“La gran mayoría de los pacientes con COVID-19 necesitan nada más un analgésico tipo Paracetamol o Acetaminofén, estos medicamentos para que funcionen bien hay que estarlos tomando cada cuatro horas, aseguró Macías Hernández quien fuera Comisionado de Influenza en la emergencia epidemiológica por la epidemia de influenza AH1N1 en 2009.
En el caso de la dexametasona, el especialista señala que nunca se debe usar antes de recurrir al oxígeno y casi nunca antes de siete a diez días, porque es en la primera semana cuando las personas tienen es un nivel alto del virus SARS-CoV-2 y al administrarles medicamentos para reducir la respuesta inflamatoria y para bajar las defensas es como “echarle leña al fuego”, indicó.
“Esos pacientes van a evolucionar al deterioro, es más, hay buena evidencia de que los pacientes de manera temprana, cuando no necesitan oxígeno, no sólo no se benefician de la dexametasona sino que sufren un daño”.
Desafortunadamente, Macías Hernández asegura que “después de un año de pandemia, sigue habiendo un uso y abuso de la dexametasona tempranamente”.
Para el excomisionado, lo primordial al inicio de la enfermedad es monitorear que la oxigenación de los pacientes esté en más del 90%, sobre todo en la primera semana; más que llenar al paciente de múltiples medicamentos.
“Los pacientes se juegan su evolución más en los primeros días, si te oxigenan tempranamente vas a tener una mejor evolución, es muy importante atender los niveles de oxígeno”, acotó el infectólogo.
¿Qué es la dexametasona?
La dexametasona es un esteroide que reduce en un tercio la mortalidad entre los pacientes más graves de COVID-19.
Se incluyó en la lista de Modelo de Medicamentos Esenciales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en múltiples formulaciones, y actualmente está fuera de patente; está disponible de forma asequible en la mayoría de los países.
Aunque puede ayudar a los pacientes críticos, el esteroide “no es un tratamiento para el virus en sí mismo”, advirtieron los especialistas.
Ésta es una noticia muy bienvenida para aquellos pacientes con enfermedad grave. Este medicamento sólo debe usarse bajo estrecha supervisión clínica. Necesitamos más terapias que puedan usarse para combatir el virus, incluidos aquellos con síntomas más leves”, agregó por su parte el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director General de la Organización Mundial de la Salud.
Sin emabrgo, la OMS recalcó que el uso del medicamento dexametasona sólo debe usarse en casos graves y complicados de infección por el nuevo coronavirus (COVID-19), y que su uso debe ser siempre bajo supervisión médica y no considerarse como un tratamiento preventivo.
¿Qué pasa con otros medicamentos usados para tratar el COVID-19?
Respecto al uso de otros medicamentos como los antiinflamatorios, el doctor Macías dijo que manejar a un paciente con este tipo de medicamentos no debe ser primordial, ya que fármacos como el Ibuprofeno o el Naproxeno pueden afectar la función de los riñones, lo cual en personas jóvenes no es tan grave, pero en quienes padecen enfermedades crónicas o en los adultos mayores no son una buena indicación.
Asimismo, advirtió que anticoagulantes no deben darse de forma rutinaria, a menos que se utilicen desde antes como parte de un procedimiento para problemas cardiovasculares, porque suministrarlos como tratamiento al inicio de la enfermedad puede ocasionar otros problemas de salud.
Con respecto al uso de la Ivermectina, el doctor dijo que depende de a quién se le pregunte, hay instituciones de salud y estados de la República Mexicana que recomiendan su uso como profiláctico o como un tratamiento temprano, pero “de acuerdo con la medicina basada en evidencia la Ivermectina no sirve de algo”.
Sobre el uso de antibióticos, Macías Hernández alertó que el uso de la Levoflaxacina y las quinolonas, pueden ocasionar ruptura de tendones o de la arteria aorta, incapacitar de forma permanente o causar diarreas graves a los pacientes, de ahí que se considere que la Azitromicina y la Ceftriaxona intramuscular causan más daño que beneficio.