Científicos de la UNAM lograron obtener un biocombustible gaseoso capaz de generar electricidad a partir de aprovechar los residuos de vino y queso.
A partir del uso de los residuos industriales de dos de las agroindustrias más importantes del estado de Querétaro, el vino y queso, investigadores del Instituto de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), obtuvieron hidrógeno y metano, dos biocombustibles gaseosos, útiles para producir electricidad.
Para generar la electricidad, los expertos utilizan el mosto o zumo de las uvas, así como su cáscara, además del suero de la leche resultante de la industrialización del queso, para trabajar en el laboratorio y generar electricidad con el biogás, aseguró Germán Buitrón Méndez, académico de la máxima casa de estudios de México.
“El efluente vitivinícola lo recogemos durante la vendimia (de junio a noviembre) entre Tequisquiapan y Ezequiel Montes, zona donde están concentradas las bodegas y viñedos, mientras que el resto del año extraemos el suero de la leche”.
Ya colectados, los residuos de vino y queso se llevan al laboratorio del Instituto, donde se procesan con microorganismos que incluyen bacterias y arqueas, en varios reactores y una planta piloto en una acción en serie.
El proceso de generación de electricidad a partir del biocombustible conseguido con el vino y el queso, se realiza en dos etapas.
“En la primera producimos hidrógeno en condiciones ácidas en un reactor, y ácidos grasos volátiles. El material viene también con mucho etanol, parte del cual se oxida y se forma ácido acético, propiónico y butírico, e hidrógeno. Se cosecha el hidrógeno y los ácidos grasos se pasan al reactor formador de metano, en donde la materia orgánica ya está más fácilmente asimilable”, explicó Buitrón Méndez.
El experto agregó que “en la [otra] etapa acidogénica, donde generamos hidrógeno, usamos bacterias que les gustan pH ácidos, que es como viene el ef luente. En el reactor metanogénico están las arqueas, que también son microorganismos y les gusta el pH neutro. En el reactor podemos darles esas condiciones”.
Por ahora, la propuesta del universitario y su grupo es utilizar los biocombustibles gaseosos en las propias productoras de vino y queso para hacerlas autosuficientes sin transportar muy lejos el biogás.
“Así, los residuos industriales son aprovechados por medio de un proceso limpio y se les da valor agregado; la electricidad”, finalizó el investigador de la UNAM.