En los últimos meses la vida de millones de personas cambió a consecuencia de la pandemia del COVID-19 y el encierro que eso provocó.
Ansiedad, estrés, miedo, tristeza, agotamiento e irritabilidad son algunos de los síntomas que empezaron a sentir miles de personas por no tener contacto con familiares o amigos o vivir encerrados por el confinamiento.
Especialistas coinciden en que todas las crisis tienen un final y que para atender la ansiedad es importante validar nuestras emociones, así como hacer cambios de actitudes, pensamientos, hábitos alimenticios, de sueño y sobre el uso de tecnología.
La doctora Ana Paola Sáenz, académica del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, señaló que identificar situaciones o pensamientos que están disparando la ansiedad permite validar las emociones y saber de dónde viene el miedo, la angustia o la tristeza.
Sáenz señaló que un disparador de la ansiedad puede ser el desempleo, el no tener contacto con otras personas, el agotamiento por el encierro, lo cual está relacionado con la falta de novedad. Y recomienda unos tips para sobrevivir al encierro y evitar que la ansiedad se incremente:
- Comer saludable
- Dormir bien
- Ejercitarse o tener espacios de ocio programado o estructurado con un juego
- No perder el contacto con las otras personas, aunque sea de manera virtual
La especialista está consciente de que aún hay restricciones para evitar contagios de COVID-19, pero señaló que los espacios que se empiezan a abrir son ventanas de esperanza. Por lo cual, invitó a las personas a realizar alguna actividad con riesgo reducido como salir a caminar o andar en bicicleta.
Padecimientos a causa del encierro
De acuerdo con la Encuesta sobre los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares con Niñas, Niños y Adolescentes en la Ciudad de México (ENCOVID-19 CDMX), el 32% de las personas presentan síntomas severos de ansiedad y el 25%, de depresión.
En ambos padecimientos, se observa que la prevalencia de estas enfermedades es mayor entre los hogares con menores recursos socioeconómicos, esto según datos obtenidos en diciembre.
Por su parte, la doctora Gabriela González Ruiz, académica del Departamento de Psicología y quien forma parte del equipo que brinda talleres virtuales de arteterapia para capacitar a servidores públicos de Nueva York, dijo que la ansiedad se genera a partir de un sentimiento, pensamiento o una acción.
“Se trata de un estado de ánimo que es positivo cuando lo que hace es movernos. Generalmente, en las ciudades, antes del confinamiento, las personas vivían en un estado de ansiedad porque todo el tiempo se movían. Pero la pandemia vino a resguardarnos en nuestro hogar, que se tuvo que reinventar como oficina, escuela, consultorio”.
El cierre de los espacios amplios que permitían la convivencia, los traslados, que favorecían las relaciones y ayudaban a respirar, reflexionar, escuchar y caminar, generó más ansiedad en las personas porque les implicó quedarse en un mismo lugar por mucho tiempo.
“Esa ansiedad nos atrapa y nos incrementa el estrés. Esto evita manejar las emociones que se relacionan con éste, como la frustración, el enojo, la tristeza, el miedo y la incertidumbre. Todas las emociones se empiezan a acumular y entonces ya no sólo es ansiedad, sino estados de pánico, angustias prolongadas, desesperanzas y no sabemos cómo trasladarlas”.
González Ruiz advirtió que la ansiedad es un síntoma de alerta que hay que atender. Para hacerlo, hay que partir de uno mismo, es decir, de esa motivación de poder hacer cambios de actitud, de pensamiento, de hábitos alimenticios, de sueño, del uso de tecnología.
Esto implica una autoaplicación y autoevaluación. “Esto en ocasiones es demasiado trabajo porque estábamos muy acostumbrados a que nos dijeran qué hay que hacer”.
Por esta razón, la psicóloga recomienda organizar horas de ejercicio, lo que permite generar endorfinas que derivan en un estado de bienestar y felicidad. Así como comer saludable y tomar agua. Esto evitará sobreestimular la tensión y el desgaste en el cuerpo.