La falta de presencia adulta durante los primeros años de vida de los niños puede desencadenar una serie de efectos negativos en los menores, denominados “Síndrome de ausencia parental”, según el psicólogo y doctor en Educación, Rafael Guerrero.
¿Qué es el “Síndrome de ausencia parental”?
“Estar presentes en la vida de los hijos implica no sólo estar físicamente con ellos, sino que va más allá; se trata de verles, supervisarles y conectar con ellos y sus estados mentales y emocionales”, dice Guerrero, en un artículo publicado en el diario “El País” y retomado por Educación Inicial de Fundación Carlos Slim, quien asegura que la ausencia de cuidadores tiene “irremediablemente consecuencias” en el desarrollo de los pequeños.
Y es que según el experto, los estudios sobre desarrollo evolutivo concluyen que “uno de los mejores predictores de la felicidad y el equilibrio emocional de los niños es si tiene, al menos, una persona que esté presente para él o ella”.
¿Qué causa la ausencia parental?
La falta de presencia adulta en los primeros años de vida de los niños puede deberse a muchas causas; todas las cuales pueden provocar que los pequeños no estén lo suficientemente acompañados como deberían estar y que no exista una figura adulta cerca.
Algunas de las causas que pueden provocar el “Síndrome de ausencia parental” son:
- Un mundo cada vez más conectado tecnológicamente y menos conectado emocional y relacionalmente.
- Estímulos y distractores que dificultan o impiden destinar tiempos y espacios para conectar con los hijos.
- Menor contacto a los ojos a la hora de comunicarse con los demás.
- El número de horas que dedicamos al uso de dispositivos tecnológicos como, móviles, tabletas, ordenadores, televisión, etcétera.
- La sustitución de las carencias emocionales y de tiempo por regalos materiales.
- Crisis de valores: inmediatez, hiperexigencia, faltas de respeto, ausencia de empatía, poco esfuerzo y sacrificio.
Según el especialista, todos estos factores, y otros muchos más, hacen difícil desarrollar en los hijos un apego seguro, una autoestima suficientemente buena, capacidad de empatía, perseverancia, buena capacidad de tolerancia a la frustración, entre otras.
“Uno no aprende a amar amando, sino sintiéndose amado”, dice Guerrero, citando a Pepa Horno, psicóloga y consultora en infancia, afectividad y protección.
Beneficios de la presencia parental en los niños
De acuerdo con el experto en psicología, el hecho de que un niño tenga a una persona presente, conectando con sus necesidades emocionales y protegiéndole cuando lo necesita, va a tener como consecuencia que será un adulto seguro de sí mismo, con pensamiento crítico y con capacidad de gestionar adecuadamente sus emociones e impulsos.
“Si queremos que nuestros hijos sean personas seguras, previamente debemos protegerles. De ahí que sea tan urgente y necesario proteger a la infancia”.
Otro de los beneficios que tiene la presencia parental con los pequeños es que los niños que sienten protegidos que no sobreprotegidos, tendrán establecidos los pilares del apego seguro.
“Si protegemos a los niños, les estaremos dando la posibilidad y la confianza de explorar el mundo que les rodea, pues saben que si algo va mal o sienten miedo, siempre podrán regresar a su zona de seguridad”, dice el psicólogo, ya que “sólo si estamos presentes y conectados con sus necesidades vamos a tener la oportunidad de regular sus emociones ante las diferentes situaciones que puedan vivir”.
“En ocasiones, los adultos poco podemos hacer para aliviar la tristeza o la rabia que están experimentando nuestros hijos, pero la simple presencia del adulto ya es tranquilizadora. Nuestros hijos no llorarán de rabia, miedo o tristeza solos, sino que estaremos ahí acompañándoles y consolándoles”.
¿Cómo estar presentes en la vida de los niños?
“Los padres somos conscientes que de no somos perfectos, cometemos errores”, dice Guerrero, quien asegura que “la clave de la paternidad no está en ser perfectos“, sino en “estar presente y en reparar el daño que les hacemos a nuestros hijos cuando nos equivocamos”.
“Los padres no solo tenemos la misión de ejercer de base segura de nuestros hijos, sino también del trampolín desde el que saltar para explorar e investigar todo lo que nos rodea”.
Así como, sintonizar y o conectar con las necesidades afectivas de los niños para, posteriormente, responder de manera contingente y respetuosa ante dichas necesidades.