El sábado pasado los restos del cohete chino Long March 5B entraron de manera descontrolada a la Tierra, la mayoría se desintegraron al entrar a la atmósfera sobre el Océano Índico, pero algunos cayeron cerca de zonas pobladas.
Los reportes proporcionados por China daban cuenta de las coordenadas donde se desintegraron los restos de su cohete; sin embargo, imágenes que empiezan a circular en redes sociales indican que algunos escombros se habían estrellado en partes de Kalimantan, Indonesia, y Sarawak, Malasia.
Se estima que entre el 20% y el 40% de la etapa central del cohete de 22 toneladas probablemente sobrevivió al reingreso, según The Aerospace Corporation.
Los restos del cohete reingresó en la atmósfera de la Tierra creando un espectáculo nocturno espectacular que muchos observadores confundieron con una lluvia de meteoritos.
“No se reportaron víctimas ni daños a la propiedad, pero los escombros están cerca de aldeas y unos cientos de metros en cualquier dirección podrían haber contado una historia diferente”, tuiteó Jonathan McDowell, astrónomo del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian.
En la aldea de Pengadang en Kalimantan Barat (Borneo Occidental), Indonesia, las autoridades instalaron barricadas alrededor de los escombros y pidió a la gente que no se acercara al objeto.
Una escena similar ocurrió en la pequeña ciudad de Batu Niah en Sarawak, Malasia, donde los escombros despertaron temores de radiación.
Una inspección de un objeto metálico realizada por la Junta de Licencias de Energía Atómica mostró que el objeto caído “no había dado señales de radiación”, como señaló el Borneo Post. Las imágenes mostraron un objeto cilíndrico incrustado a 30 cm de profundidad en tierra blanda.
El pasado 24 de julio China lanzó el segundo de los tres módulos de su estación espacial Tiangong, que debería estar en pleno funcionamiento para fines de año.
El cohete Long March 5B no fue diseñado para controlar su descenso desde la órbita, algo que, al igual que lanzamientos anteriores, ha generado críticas.
“Todas las naciones que realizan actividades espaciales deben adherirse a las mejores prácticas” porque la caída de objetos de este tamaño “representa un riesgo significativo para la pérdida de vidas o propiedades”, aseveró el jefe de la agencia espacial NASA, Bill Nelson, el sábado pasado.
Cuando los aparatos ingresan en la atmósfera se produce un inmenso calor y fricción, por lo que partes pueden quemarse y desintegrarse, pero es posible que las naves más grandes, como el Long March 5B, no se destruyan por completo.
China ha invertido miles de millones de dólares en vuelos espaciales, con el fin de construir un programa que refleje su estatus de potencia mundial en ascenso.