Un especialista en reconstrucción facial forense de la Universidad George Mason, en Estados Unidos, logró recrear el rostro de un hombre que fue víctima de crucifixión por parte de los romanos hace unos 2 mil años. Así lo dio a conocer la BBC el pasado 11 de enero.
Las razones por las que el hombre fue asesinado de una manera tan agonizante siguen siendo un misterio. Sin embargo, sus restos, encontrados en Cambridgeshire hace tres años, muestran un clavo de cinco centímetros atravesado en el hueso del talón.
El profesor y experto en reconstrucción forense, Joe Mullins, fue el encargado de “ponerle rostro” al esqueleto de un hombre que tenía un clavo en el talón y el cual fue descubierto en 2017 en la región de Fenstanton, Cambridgeshire.
Utilizando ADN e información isotópica, Mullins y sus colegas concluyeron que probablemente el hombre había sido crucificado por el adelgazamiento de sus piernas. Tenía cabello y ojos castaños.
También se sugirió que era un trabajador manual, posiblemente, del procesamiento de médula ósea para velas o jabones a partir de los numerosos huesos de animales encontrados en el sitio.
De acuerdo con la BBC, Mullins aseguró que éste era “con diferencia, el cráneo más interesante en el que he trabajado en mi carrera”.
La reconstrucción del rostro del esclavo crucificado fue revelada en un programa de la BBC Four.
¿Qué se sabe del esqueleto del esclavo crucificado?
Corinne Duhig, especialista en huesos de la Universidad de Cambridge, dijo que el descubrimiento del esqueleto fue un hallazgo “casi único” en lo que era un asentamiento romano previamente desconocido.
La experta dijo a la BBC que el esqueleto del hombre presentaba, además de las señas de haber sido crucificado, otras lesiones, lo que sugiere que el hombre había sufrido antes de morir, y sus piernas tenían signos de infección o inflamación causada por un trastorno sistémico o por estar atado o encadenado.
“Este hombre tuvo un final tan particularmente horrible que parece como si al ver su rostro pudieras respetarlo más”, declaró Duhig.
La crucifixión fue una muerte particularmente brutal, utilizada más famosamente para Jesucristo, pero también utilizada durante siglos antes y después. Inicialmente, era para traidores y esclavos, pero en el siglo III, con la extensión de la ciudadanía romana, se amplió su uso.
“Fue torturado, pero entregado a su población para que tuviera un entierro absolutamente normal”, aseguró la especialista.
De acuerdo con la publicación, antes del descubrimiento de Fenstanton, los únicos otros restos romanos crucificados descubiertos se encontraban en Israel, según Duhig.
“La afortunada combinación de una buena conservación y el clavo que se dejó en el hueso me ha permitido examinar este ejemplo casi único, cuando se han perdido tantos miles”, dijo Duhig.