Un grupo de investigadores confirmó que el COVID-19 es una enfermedad vascular y no una enfermedad respiratoria como se informó en el principio de la pandemia.
Un nuevo estudio reveló la forma en que el SARS-CoV-2 ataca al aparato circulatorio e impacta en el funcionamiento celular del organismo humano.
“Mucha gente piensa que es una enfermedad respiratoria, pero en realidad es una enfermedad vascular”, dijo el profesor Uri Manor, del Instituto Salk de Estudios Biológicos (Estados Unidos), uno de los coautores del estudio, en un artículo publicado el 30 de abril en la revista Circulation Research.
Esta investigación descifró el misterio que supuso la disociación de síntomas del nuevo coronavirus, ya que no sólo desencadena una serie de molestias relacionadas con una típica enfermedad de las vías respiratorias, sino que produce molestias inusuales de las experimentadas durante una infección.
En cambio, una enfermedad vascular es responsable de complicaciones graves como las neumonías, tromboembolismos hasta accidentes cerebrovasculares.
Los autores del estudio señalaron que la proteína de espiga del SARS-CoV-2, además de ser la encargada de infectar a las células humanas, deteriora el buen funcionamiento del tejido vascular, que es aquel que transporta la sangre del cuerpo.
“Eso podría explicar por qué algunas personas tienen accidentes cerebrovasculares y por qué otras tienen problemas en otras partes del cuerpo. El punto en común entre ellos es que todos tienen bases vasculares”.
Refirió Uri Manor, profesor del Instituto Salk de Estudios Biológicos de Estados Unidos
Investigación con “pseudovirus”
Los investigadores crearon un “pseudovirus” que estaba rodeado por la clásica corona de proteínas de espiga del SARS-CoV-2, pero que no contenía ningún virus real.
La exposición a este “pseudovirus” provocó daños en los pulmones y las arterias de un modelo animal, lo que demuestra que la proteína de espiga por sí sola era suficiente para causar la enfermedad. Las muestras de tejido mostraron inflamación en las células endoteliales que recubren las paredes de la arteria pulmonar.
Los investigadores del más reciente estudio están conscientes de que sus resultados deben tomarse con cautela puesto que no fue usado como tal el SARS-CoV-2 en sus pruebas, sino un “pseudovirus” que pretendía ser una imitación cuanto a la corona.
Sugieren también que los resultados deben comprobarse en un futuro con otro estudio que sí utilice el SARS-CoV-2 como parte del procedimiento.
Los hallazgos sobre el coronavirus podrían ayudar a explicar por qué algunas personas sufren derrames cerebrales y de esta forma orientar un mejor tratamiento para combatir la enfermedad vascular.
Los investigadores del Salk colaboraron con científicos de la Universidad de California en San Diego en el trabajo, incluyendo al primer autor, Jiao Zhang, y al segundo autor, John Shyy, entre otros.