Las cantantes Björk y Rosalía criticaron recientemente los criaderos de peces, específicamente de salmones en Finlandia denunciando maltrato animal y acusando a los acuicultores y piscicultores de supuesta manipulación del ADN de estos animales.
Sin embargo, muchas de las críticas son infundadas o exageradas. Incluso instituciones como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) apoyan a la acuicultura y piscicultura de manera global ya que, entre otras ventajas, ayuda a cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
¿Los criaderos de salmones sufren maltrato animal y son peligrosos?
La acuicultura o acuacultura es la actividad que consiste en el cultivo y producción de organismos acuáticos de manera local o industrial como crustáceos o moluscos, mientras que la piscicultura refiere al cultivo de peces. De acuerdo con un artículo publicado por The Conversation, la mayoría de las críticas hacía la acuicultura van dirigidas a la piscicultura, aunque últimamente crece también la preocupación por ciertos moluscos como el pulpo.
Algunas de las críticas a la piscicultura están relacionadas con la crueldad animal, así como por posibles accidentes sanitarios y ecológicos, ya que, se teme que los peces de viveros escapen al mar y el agua contamine los alrededores.
Y es que, el escape de peces de las granjas puede tener efectos negativos, como por ejemplo la transmisión de enfermedades a peces salvajes o la contaminación genética de estas poblaciones. Sin embargo, aunque es cierto que, durante temporales o por accidente puede dañarse el vivero o las redes y pueden salir miles de peces al mar, esto no es un hecho común.
¿Es esto cierto?
Hoy por hoy, la acuicultura es la manera más eficiente y sostenible de producir proteína animal, y conviene aunar esfuerzos para mejorar su eficiencia y sostenibilidad, indica el artículo.
Sin embargo, a nivel social existe un interés común entre las partes interesadas en mejorar el bienestar de los peces, tanto por parte de la Administración como de las empresas productoras, las grandes superficies, los consumidores, los científicos y algunas ONG.
Además, ha habido grandes avances en la última década también relacionados con la cuantificación y control del posible efecto dañino de los viveros sobre el medio ambiente, muchos financiados con dinero público y supervisados por un elenco importante de científicos.