Uno de los animales más difíciles de observar en la zona abisal del océano fue vista por un equipo de expertos a casi mil metros de profundidad en la Bahía de Monterrey en California, Estados Unidos; se trata de una medusa fantasma gigante cuyos brazos pueden llegar a medir hasta 10 metros de largo.
El avistamiento de este “fantasmal ser vivo” tuvo lugar en noviembre de 2021, durante una exploración realizada por miembros del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey, California (MBARI, por sus siglas en inglés), precisamente en la Bahía de Monterrey.
De acuerdo con los expertos, la “campana” de la medusa fantasma gigante puede llegar a medir más de un metro de ancho, y sus cuatro brazos orales en forma de cinta pueden crecer más de 10 metros de largo.
Haber captado en video a este habitante de las profundidades marinas resulta importante para los investigadores, por lo raro que es ver este tipo de animales. De hecho, los expertos de MBARI aseguran que de los miles de veces que han llevado inmersiones en el océano, sólo en nueve de ellas han tenido la fortuna de apreciar una medusa fantasma gigante.
Y es que desde que las medusas fantasma gigantes fueron vistas por primera vez en 1899, los científicos sólo se han encontrado con este animal unas 100 veces.
Las cámaras de los ROV de MBARI han permitido a los investigadores estudiar estos animales intactos en su entorno natural. El video de alta definición, y ahora 4K, de la “gelatina fantasma gigante” captura detalles asombrosos sobre la apariencia y el comportamiento del animal, que los científicos no habrían podido ver con un espécimen capturado con redes de arrastre.
- Las redes de arrastre pueden ser efectivas para estudiar animales resistentes como peces, crustáceos y calamares, pero las medusas se convierten en una sustancia pegajosa gelatinosa en las redes de arrastre.
¿Qué se sabe de la medusa fantasma gigante?
Los datos disponibles sobre la medusa fantasma gigante señalan que parece tener una distribución mundial y se ha registrado en todas las cuencas oceánicas, excepto en el Ártico.
Debido a lo difícil que es acceder a su hábitat de aguas profundas, la cantidad de avistamientos de una especie tan grande y ampliamente distribuida es poca.