Hace 30 años, la educadora María Elena Rodríguez Alcántara y el profesor universitario René Pontón Zúñiga recibieron una terrible noticia: la hija que habían esperado con tanta alegría, debido a una negligencia médica, sufrió parálisis cerebral y sordera profunda. Este lamentable episodio los fortaleció como pareja y juntos emprendieron la hazaña no sólo de criarla, sino de escribir un libro: “Mi cuaderno de lectoescritura y señas”, el cual permitirá que su hija sorda y otros niños con discapacidad auditiva puedan aprender a leer y escribir.
El diagnóstico médico fue demoledor: “No sabemos en qué condiciones vaya a quedar (su hija), sabemos que no oye, no sabemos si vea y lo más probable (con otras palabras) es que sea un vegetal”, recuerda María Elena en entrevista para Unotv.com, quien vio derrumbarse su mundo. En ese momento, su hija sorda había sido diagnosticada también con parálisis cerebral.
Los médicos le sugirieron trabajar con una tanatóloga (una persona experta en acompañar a alguien durante un episodio de duelo o pérdida), pero María Elena no lo consideraba adecuado, pues su hija estaba viva. Sin embargo, la respuesta la sacudió: “La hija que tú esperabas, ya no está, ahora es otra”.
Aceptación y camino en común
Tras un breve periodo de negación y reclamos, tanto María Elena como René se abrazaron y decidieron apoyarse mutuamente, más todavía cuando vieron en los cuneros a la pequeña Dulce, tan frágil y picoteada en sus brazos por tantos medicamentos. Una de las doctoras les dijo que tenían que darle ánimos a su pequeña hija para que no se dejara morir.
Dice María Elena, en entrevista, que ella se desplomaba más fácil y que su esposo la apoyó en todo momento. Pero cuando la pequeña Dulce empeoró, María Elena se dirigió a Dios para decirle que si era su voluntad dejar con vida a su hija, ellos harían todo lo que fuera posible para que estuviera bien. Y lo cumplieron.
“El que Dulce llegara a nuestras vidas, nos unió, nos dio motivos para la acción y, aparte, nos dejó muchos aprendizajes, nos hizo ver todas las necesidades o carencias de la gente que es diferente, nos hizo ver esa parte que normalmente no vemos”.
René Pontón, profesor de Diseño gráfico
Las batallas cotidianas
Tanto María Elena como René se dieron a la tarea de hacer todo lo posible por apoyar a su hija sorda. La llevaron a diversos institutos, se pegaron a los terapeutas para observar cómo trabajaban con los niños y replicar este método en casa, porque no se conformaban con recibir las terapias una vez por semana. Y no sólo eso: María Elena se graduó como licenciada en Preescolar, luego tomó un curso en logogenia, para activar la capacidad de los sordos para aprender español.
La madre no sabía por qué su hija sorda no comprendía lo que estaba escrito, pensó que era por el mismo problema en su cerebro. Sin embargo, descubrió algo sorprendente: su hija no sabía español. Fue así como se enteró que no había un libro estructurado para que los sordos comprendieran lo que leían o escribían para vincularlo con la lengua de señas.
Ella ejemplifica así lo que pasaba con su hija: “Imagínate que te meten (en un salón de clases) y te empiezan hablar en chino, no entiendes y te dan un libro en chino, pues tampoco entiendes. En cambio si te dan un manual donde entiendes de qué trata porque tiene el dibujo, las señas, y la palabra, es diferente”.
Libro para su hija sorda
Con esta idea en la mente, María Elena fue madurando el proyecto de escribir un libro, a partir de su necesidad como madre y maestra, sobre cómo enseñarle a su hija a leer y entender lo escrito. Empezó a trabajar con tarjetas, imágenes y vocabulario para que Dulce aprendiera a leer y escribir.
“En una escuela regular (a los niños sordos) los tienen separados y difícilmente conviven, de eso no se trata, se busca que ellos puedan entrar en el aula con todos los demás y entiendan lo que están trabajando, de esta manera se consigue la inclusión, pues a la par sus compañeros y maestros van aprendiendo la lengua de señas y pueden comunicarse”.
María Elena Rodríguez, autora de “Mi cuaderno de lectoescritura y señas”
La ayuda de su esposo René, diseñador gráfico, fue fundamental, pues armó toda la parte visual del manual y convirtió todas las ideas y enseñanzas en gráficos. Él reconoce: “Dulce nos capacitó para entender su lenguaje, el lenguaje de los sordos”. A raíz del libro “Mi cuaderno de lectoescritura y señas”, el matrimonio de María Elena y René, así como toda la familia, tratan de concientizar, informar y decirles a los demás la importancia de ser incluyentes y de voltear a ver una realidad diferente.
Muy activa en redes sociales
¿Cómo ha sido recibido este libro? En México todavía no es tan conocido, pero aquellos maestros que lo usan tienen muy buenos comentarios porque no existen muchos libros como éste. Los autores refieren que en diversas partes del extranjero, como Uruguay, Chile, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Venezuela y Colombia, se los piden, porque si bien hay muchos regionalismos con respecto a las señas, lo importante es que el libro tiene la estructura para que los maestros o los profesionales que tratan con las personas sordas puedan adaptarlo.
María Elena y René, para quienes Dulce es el eje de sus vidas, ya preparan una edición de matemáticas para sordos, porque es otra materia donde los niños con esta discapacidad auditiva muestran gran rezago.
A raíz de la publicación de este manual, Dulce se ha convertido en una entusiasta promotora del trabajo de sus papás y lo difunde en su comunidad, a través de sus redes sociales, donde es muy activa y frecuentemente informa de eventos, foros y noticias. Ella es la promotora más entusiasta de un libro que le cambió la vida y que no duda de que los demás lo conozcan.