El investigador del Instituto de Geología de la UNAM, Francisco Vega Vera, participó en el estudio de huellas de aves del Cretácico Tardío, de dos localidades reportadas recientemente en Coahuila, con una antigüedad aproximada de 66.1 millones de años, lo que permite documentar la convivencia entre éstas, pterosaurios y dinosaurios.
Se trata del registro con mayor diversidad de pisadas de aves, de tipo semipalmeado, que se ha documentado y que data de una edad cercana a la extinción de los dinosaurios (66 millones de años), en un ambiente próximo a la antigua costa de Coahuila, señaló Vega Vera.
También se encontró el registro de pequeños invertebrados (nematodos y larvas de insectos, entre otros), “asociación que sugiere que los vertebrados se alimentaban de materia orgánica que se acumulaba en esteros o marismas cercanos a la costa”, indicó el investigador universitario.
Estamos confirmando lo que otros investigadores en el pasado habían interpretado para este paquete de sedimentos, es decir, que se trata de un ambiente transicional entre agua dulce y marino, afirmó Vega Vera.
En otra de las localidades estudiadas, por encima del nivel con huellas, se encontró una capa de sedimentos con esférulas, producto del impacto del asteroide de Chicxulub, en la península de Yucatán, el cual generó alteraciones que derivaron en la extinción de los dinosaurios y otros animales.
La presencia de las esférulas a pocos metros por encima de las huellas, apoya la edad que habíamos estimado para esta asociación entre aves, pterosaurios y dinosaurios, de aproximadamente 66.1 millones de años, es decir, 100 mil años antes de la gran extinción del final del Cretácico.
Un aspecto relevante de este estudio es la semejanza de las pisadas fósiles con algunas aves actuales como el ganso, urraca, garzas y garcetas, apuntó.
“Las aves descienden de dinosaurios que habitaron la Tierra durante la Era Mesozoica, es un área importante para tratar de entender por qué los reptiles voladores y los dinosaurios desaparecieron en el Cretácico Tardío y las aves continuaron, señaló Vega.
Comentó que ese descubrimiento fue publicado recientemente en el Journal of South American Earth Sciences, cuya primera autora es la doctora Claudia Serrano Brañas, investigadora asociada de la Smithsonian Institution y de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila.
Las huellas de pterosaurios pertenecen al grupo de los Azhdarchidae, entre los que se encuentran los pterosaurios más grandes, como el Quetzalcoatlus. “Estimamos que la envergadura de las alas pudo alcanzar cuatro metros. Las huellas de dinosaurios muestran similitud con las de tiranosaurios”.
Se plantea continuar con el estudio de estas huellas, a fin de identificarlas de manera más precisa. “Las localidades estudiadas en Coahuila representan un hallazgo importante, ya que en el mundo se conocen pocos sitios con huellas de una edad similar: tres en Estados Unidos, uno ubicado en Argentina y otro en Corea del Sur”.
A Coahuila, abundó, se le considera una entidad clásica para la paleontología, ya que se encuentran dinosaurios, entre muchos otros grupos de diversas edades geológicas.