Físicos crean el laberinto más difícil del mundo, ¿puedes encontrar la salida?

Físicos crean el laberinto más difícil del mundo
Los físicos utilizaron geometría fractal. Foto: Universidad Bristol

Un equipo de físicos británicos y suizos creen haber creado lo que sería hasta ahora el laberinto más difícil del mundo, donde utilizaron geometría fractal y algunos patrones del ajedrez.

Dirigido por el físico Félix Flicker de la Universidad de Bristol en el Reino Unido, el grupo generó rutas llamadas ciclos hamiltonianos en patrones conocidos como azules de Ammann-Beenker, produciendo laberintos fractales complejos que, dicen, describen una forma exótica de materia conocida como cuasicristales, como lo retoma Science Alert.

El grupo usó un conjunto de azules bidimensionales de Ammann-Beenker.

Y todo se inspiró en el movimiento de un Caballero alrededor de una tabla de ajedrez.

“Cuando miramos las formas de las líneas que construimos, notamos que formaron laberintos increíblemente intrincados. Los tamaños de laberintos posteriores crecen exponencialmente y hay un número infinito de ellos”.

Félix Flicker, físico de la Universidad de Bristol

Los expertos además utilizan estas formas para describir y estudiar los cuasicristales, un fenómeno que puede ocurrir en la naturaleza.

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Algunos ejemplos de cuasicristales se pueden encontrar en la estructura de la sal, el cuarzo o los diamantes, mientras que otros más desordenados pueden ser el vidrio o algunos tipos de hielo, pero son muy raros.

Los patrones de un cuasicristal son muy similares a un concepto matemático que se conoce como teselación aperiódica, con el que se pueden crear mosaicos no periódicos.

Los físicos en cuestión, utilizaron un conjunto de teselaciones parar generar ciclos hamiltonianos, que son caminos que tocan todos los vértices de una figura, y con ello, estarían describiendo la estructura atómica de un cuasicristal.

Estos ciclos hacen que la línea visite cada átomo del cuasicristal una sola vez, conectando todos los átomos, pero sin que la línea se cruce consigo misma, explica el estudio, publicado en Physical Review X. Esto finalmente genera un laberinto con un punto de partida y una salida.

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