Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Bristol en Reino Unido pronostica que habrá un mayor riesgo de sequías durante el verano en el hemisferio norte. Esto, debido a que la disminución de las nevadas está cambiando los patrones estacionales del flujo de los ríos.
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De acuerdo con los expertos, el aumento en el riesgo de padecer sequías durante el verano de 2024 se debe a que las zonas nevadas de las Montañas Rocosas de América del Norte, los Alpes europeos y el norte de Europa se están derritiendo prematuramente a medida que la Tierra se calienta.
Además, de que los caudales estacionales en zonas con menos nieve se retrasan a medida que las lluvias de la estación cálida llegan más adelante en el año y se convierten en una fuente más dominante de caudal de los ríos. Lo que provoca que las precipitaciones durante el invierno se reduzcan.
“La estacionalidad del flujo de las corrientes afecta la distribución temporal de los recursos hídricos y tiene implicaciones de amplio alcance para el funcionamiento de los ecosistemas, la seguridad alimentaria y la gestión de peligros naturales”, dijo Ross Woods, autor de la investigación.
El estudio, publicado en la revista especializada Nature, sugiere que de aumentar las sequías se podría ver afectada negativamente la seguridad hídrica y alimentaria, la salud de los ecosistemas y la generación de energía hidroeléctrica.
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¿Cómo fue posible saber esto?
Para determinar esto, los científicos consideraron que, previamente, otros investigadores habían demostrado que, “con el calentamiento climático, menos precipitación cae en forma de nieve, las capas de nieve estaban cambiando y el pulso asociado del flujo del río generado por el agua derretida era también cambiando. Sin embargo, hubo informes contradictorios sobre estos cambios: algunos lugares mostraron picos más tempranos, otros no cambiaron y otros ocurrieron más tarde en el año”, agregó Woods.
Además, analizaron datos sobre el clima y el caudal de los ríos de más de tres mil cuencas fluviales en todo el hemisferio norte, entre 1950 y 2020. Para cada año de datos, calcularon la fracción de precipitación que cae en forma de nieve, la variación estacional y el momento estacional de la precipitación y el flujo del río.
Luego compararon estos indicadores de estacionalidad entre los dos períodos de diez años con la fracción de nevadas más alta y más baja.
Según el Woods, “la mayor variabilidad interanual de la estacionalidad del caudal implica una mayor incertidumbre en los patrones estacionales del caudal, lo que plantea desafíos para la planificación y gestión de los recursos hídricos”.
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Y plantea que “los gestores del agua necesitan diferentes estrategias para adaptarse a esto, dependiendo de su ubicación. La planificación futura de la infraestructura hídrica deberá tener en cuenta estos cambios en el caudal estacional de los ríos”.
El equipo ahora planea investigar más a fondo las razones de las reducciones constantes de las precipitaciones de la estación fría en inviernos más cálidos.