Un científico británico descubrió hace 20 años el chiste más gracioso del mundo. Sin embargo, él mismo admite que no es la broma más divertida.
Dos cazadores están en el bosque cuando uno de ellos se desmaya y parece no estar respirando y sus ojos están vidriosos.
El otro hombre agarra el teléfono y llama al servicio de emergencias y dice jadeando al operador:
– “¡Mi amigo está muerto! ¿Qué puedo hacer?”
El operador con un tono de voz calmado y suave le responde:
– “Tómelo con calma, puedo ayudar. Primero, vamos a asegurarnos que está muerto”
Entonces se hace un silencio, y luego se escucha un disparo. De regreso al teléfono, el cazador dice:
-“Listo, y ¿ahora qué?”
¿Cómo determinó la ciencia que este chiste es el más gracioso?
En el año 2001, el psicólogo Richard Wiseman decidió encontrar el chiste más gracioso del mundo y creo una página llamada LaughLa, donde recopiló alrededor de 40 mil bromas.
Luego, analizó las respuestas de 1.5 millones de personas de diferentes países, quienes visitaron la página y puntuaron del 0 al 5 una serie de chistes seleccionados aleatoriamente.
Gracias a estas puntuaciones arbitrarias, Wiseman determinó que la broma con mejores puntuaciones empíricamente debía ser la más divertida.
No obstante, durante una entrevista para el diario The Guardian, el descubridor del chiste más gracioso del mundo admitió que no es la broma más divertida, pero sí es un chiste apreciado globalmente.
Otros hallazgos del estudio realizado por Wiseman revelaron:
- Los chistes más efectivos suelen tener una extensión de 103 letras
- La gente se ríe más de las bromas a las 6:03 de la tarde
- Los animales más graciosos son los patos
Cabe destacar, que el experimento sólo analizó las respuestas de personas de Alemania, Francia, Dinamarca, Reino Unido, Australia, Irlanda, Bélgica, Estados Unidos, Nueva Zelanda y Canadá. Sin embargo, ningún país de Latinoamérica participó.
La teoría de la “transgresión benigna“, la causa de que un chiste sea gracioso
Según el experto, el chiste de los dos cazadores resulta gracioso porque cumple con la teoría de la “transgresión benigna“, la cual es considerada la razón por la que los chistes dan gracia o no.
La teoría de la “transgresión benigna” nace de las investigaciones de un lingüista llamado Tom Veatch, y se basa en el hecho de que el humor debe crear sensaciones de seguridad e inseguridad al mismo tiempo, es decir, debe contar una situación en la que una amenaza inicial se convierte en divertimento seguro.
Un chiste que cumple con la teoría de la “transgresión benigna” y, por tanto, es gracioso, debe tener tres características:
- Ser una transgresión insegura de una situación
- Darle la vuelta a la situación para que sientas, como audiencia, que es segura
- Que ambas percepciones (inseguridad y seguridad) ocurran al mismo tiempo
Por ejemplo, en el chiste de los cazadores, hay una situación de inseguridad y peligro cuando se plantea el desmayo de uno de los dos cazadores, pero ésta da un giro inesperado de seguridad, cuando el segundo cazador dispara a su compañero desmayado por un error de comunicación con el operador de emergencias.
Sin embargo, la teoría de la “transgresión benigna” tiene ciertas condicionantes, una de ellas es la temporalidad, ya que lo que hoy se considera una transgresión benigna, puede cambiar con el tiempo, de persona a persona o de un grupo social a otro dependiendo de sus valores, prioridades, cultura y experiencias.
Otra de ellas es que no se pueden hacer chistes sobre una tragedia reciente, sino hasta 17 días después de ocurrida la situación de inseguridad, según otros estudios enfocados en el desarrollo del humor.
Esto se debe a que en una tragedia reciente, a nivel social la sensación de peligro todavía es real, y no hay seguridad, así que no provoca ninguna gracia.
El segundo chiste más votado, según el estudio
Además de identificar el chiste que más atrajo a miles de personas, el experimento reveló grandes diferencias de humor entre países. Por ejemplo, el segundo lugar fue para el siguiente chiste:
Sherlock Holmes y el Dr. Watson se van de campamento. Después de una buena cena y una botella de vino, se retiran por la noche y se van a dormir. Unas horas después, Holmes se despierta y le da un codazo a su fiel amigo.
“Watson, mira hacia el cielo y dime lo que ves”.
“Veo millones y millones de estrellas, Holmes”, responde Watson.
“¿Y qué deduces de eso?”, vuelve a preguntar Holmes.
Watson reflexiona durante un minuto.
“Bueno, astronómicamente, me dice que hay millones de galaxias y potencialmente miles de millones de planetas. Astrológicamente, observo que Saturno está en Leo. Meteorológicamente, yo sospecho que mañana tendremos un hermoso día. Teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso, y que somos una parte pequeña e insignificante del universo… ¿Tú qué dices, Holmes?”
Holmes guarda silencio un momento.
“¡Watson, idiota!”, grita.
“¡Alguien ha robado nuestra casa de campaña!”.