Descubren un misterioso microorganismo en el cuerpo humano, lo llaman “Obelisco”

| 10:03 | Eduardo Ayala | Europa Press
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Aún no se sabe la función de los obeliscos. Foto: IBMCP (CSIC-UPV)

Un equipo internacional donde participa el Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas (CSIC-UPV) descubrió un misterioso microorganismo en el cuerpo humano, el cual fue llamado “Obelisco” y aún no se sabe su función ni efectos.

Este misterioso microorganismo fue hallado en las bacterias que habitan en la boca e intestinos de los humanos y es una nueva entidad biológica a la que han llamado “Obelisco”, de la que desconocen su función y efectos, pero que podría revolucionar la comprensión de los límites de la vida.

Este descubrimiento, que se ha publicado este miércoles en Cell y ha estado liderado por el premio Nobel Andrew Fire, se ha realizado mediante estudios bioinformáticos de secuencias genéticas obtenidas a partir de 440 muestras de heces humanas, de las cuales el 7% presentaron esta entidad biológica.

Asimismo, análisis bioinformáticos masivos hallaron cerca de 30 mil especies de Obeliscos en muestras biológicas recogidas a lo largo de todo el planeta, tanto en ecosistemas naturales (suelos, ríos, océanos…) como en aguas residuales o en microbiomas animales.

Los obeliscos son agentes infecciosos con un genoma de ARN circular diminuto de solo mil nucleótidos, muy por debajo de los genomas de ARN que usan algunos virus para reproducirse. 

“Estos círculos de ARN son altamente autocomplementarios, lo que les permite adoptar una estructura estable en forma de varilla que recuerda a los monumentos egipcios que les dan nombre”, explicó el investigador del CSIC Marcos de la Peña.

“Carecen de la cubierta proteica que caracteriza a los virus, pero, al igual que estos, son capaces de codificar proteínas”, dijo de la Peña.

El misterio de los obeliscos

Como científico que trabaja en un centro de investigación sobre plantas, de la Peña ha señalado que los obeliscos recuerdan a los viroides, una familia de agentes subvirales que infectan plantas y con los que comparten el genoma circular de ARN y la presencia habitual de ribozimas de autocorte.

“Sin embargo, los viroides de plantas son aún más diminutos, con unos 300 o 400 nucleótidos, y no codifican proteínas. Por todo ello, los obeliscos quedan a medio camino entre virus y viroides, lo que plantea un desafío a su origen y clasificación”, opina el investigador.

Aunque sus funciones son desconocidas, los investigados han señalado un posible papel en la regulación de la actividad celular con implicaciones significativas para la salud, ya que los microbiomas donde habitan estas bacterias influyen en numerosos aspectos fisiológicos, desde la digestión hasta el sistema inmunológico.

De la Peña ha subrayado que este hallazgo “puede revolucionar” lo que se sabe hasta ahora sobre Virología y Biología, así como el propio origen de la vida en la Tierra.

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