El microscopio es la herramienta para ver las bacterias, pero para la reciente descubierta Thiomargarita magnífica no será necesario, ya que mide hasta un centímetro y puede ser observada a simple vista.
Por sus dimensiones, ya es considera la bacteria más grande del mundo, es 50 veces el tamaño de las bacterias gigantes, y fue descubierta viviendo en las hojas de los manglares hundidos y en descomposición del Caribe francés.
El estudio del descubrimiento de la bacteria Thiomargarita magnífica fue publicado en la revista Science.
“Descubrir esta bacteria es como encontrar un humano que fuese tan alto como el monte Everest”, señaló Jean-Marie Volland, autor principal del estudio.
Volland y su equipo quedaron sorprendidos por la compleja estructura de la bacteria y se refiere a la forma en que la célula organiza su interior.
¿Cuál es su diferencia con las otras bacterias?
Las bacterias normalmente tendrían su ADN flotando libremente en el líquido o citoplasma que llena sus cuerpos, pero la T. magnifica almacena su material genético en compartimentos que los investigadores llaman pepins, del francés semillas de frutas.
Estos compartimentos unidos a la membrana son metabólicamente activos, según muestran los análisis de los autores, y la actividad se produce en toda la longitud de la célula bacteriana, en lugar de sólo en su extremo de crecimiento.
Es posible que esta organización espacial única y el sistema bioenergético de membranas, que indican un aumento de la complejidad en el linaje de Thiomargarita, hayan permitido a esta bacteria superar las limitaciones relacionadas con el tamaño y el volumen que suelen asociarse a las bacterias, como apuntan los investigadores.
¿Cómo se alimenta la Thiomargarita magnífica?
La investigación señala que la T. magnífica es una bacteria quimiosintética, ya que ésta produce los azúcares que necesita para alimentarse oxidando los compuestos de azufre producidos por la materia orgánica en descomposición en los sedimentos de los manglares.
Todo lo que necesita es algo sólido a lo que aferrarse. “Los encontré adheridos a conchas de ostras, a hojas y ramas, pero también a botellas de vidrio, botellas de plástico o cuerdas”, dijo el profesor Olivier Gros, microbiólogo de la Universidad de las Antillas.
“Solo necesitan un sustrato duro para estar en contacto con los sulfuros y en contacto con el agua de mar para obtener oxígeno y CO2. La concentración más alta de Thiomargarita que encontré estaba en una bolsa de plástico, desafortunadamente”, comentó el especialista.