Científicos de la Academia de Ciencias de Austria en Viena desarrollaron un corazón del tamaño de una semilla de sésamo, a partir de células madre pluripotentes humanas.
Estos pequeños modelos cardiacos, creados por el biólogo Sasha Mendjan y su equipo, se autoorganizan espontáneamente para desarrollar una cámara hueca sin la necesidad de andamios experimentales; lo que permite la creación de algunos de los organoides cardíacos más realistas hasta la fecha.
Hasta antes de este avance científico, los investigadores habían construido organoides cardíacos en 3D a través de la ingeniería de tejidos, un enfoque que generalmente implica el ensamblaje de células y andamios como construir una casa con ladrillos y mortero.
Sin embargo, estos no tenían las mismas respuestas fisiológicas a los daños que los corazones humanos y, por lo tanto, a menudo no sirven como buenos modelos de enfermedades.
“La ingeniería de tejidos es muy útil para muchas cosas como, por ejemplo, si desea realizar mediciones de contracción”, dice Mendjan, quien agregó que “en la naturaleza, los órganos no se construyen de esta manera”.
“En el embrión, los órganos se desarrollan espontáneamente a través de un proceso llamado autoorganización. Durante el desarrollo, los bloques de construcción celular interactúan entre sí, moviéndose y cambiando de forma a medida que la estructura de un órgano emerge y crece”.
Mendjan y su equipo querían imitar el desarrollo mediante la autoorganización, por ello, convencieron a las células madre para que se autoorganizaran activando las seis vías de señalización conocidas involucradas en el desarrollo del corazón embrionario en un orden específico.
A medida que las células se diferenciaron, comenzaron a formar capas separadas, similar a la estructura de la pared del corazón, sólo que del tamaño de una semilla.
De acuerdo con los expertos, “la autoorganización de los órganos es mucho más dinámica”, y aún no es del todo comprendida, por lo que se cree que ésta es la razón por la que actualmente las enfermedades no están muy bien modelados.
“Queremos crear modelos de corazón humano que se desarrollen de forma más natural y, por lo tanto, sean predictivos de enfermedades”, dice Mendjan.
“De esta manera, las empresas estarán más abiertas a incorporar más medicamentos a los ensayos clínicos porque están mucho más seguras del resultado del ensayo”.