Científicos embotellan el olor a huesos para ayudar en casos sin resolver
En un avance que podría transformar la investigación criminal, un equipo de científicos belgas está desarrollando un compuesto que imita el olor característico de los huesos humanos secos para entrenar perros especializados en la búsqueda de restos humanos.
Este proyecto, liderado por Clement Martin, investigador de la Universidad de Lieja, en colaboración con la policía federal de Bélgica, promete cerrar una brecha clave en las investigaciones de casos sin resolver.
“Es un poco como un perfumista que desarrolla su perfume; mezcla diferentes aromas para crear un producto final. Aquí es el mismo principio: combinamos distintas moléculas características de un cuerpo en descomposición para obtener el kit final”, explicó Martin.
Hasta ahora, los cadáveres en estados avanzados de descomposición representaban un desafío para los perros entrenados, ya que el tejido blando desaparece y las moléculas aromáticas de los huesos son mucho más escasas.
El entrenamiento de los perros rastreadores
La policía belga cuenta con solo cuatro perros especializados en la detección de restos humanos, conocidos como “perros de rastreo de restos humanos“. Estos animales requieren más de mil horas de entrenamiento intensivo para aprender a identificar el “olor a muerte”, que es uno de los tres componentes esenciales de su formación básica.
“Bones es uno de estos perros. Tiene nueve años y busca lo que llamamos el ‘olor a muerte’. Este aroma es fundamental para su entrenamiento, que incluye también la detección de rastros de sangre y otros elementos”, explicó Kris Cardoen, jefe de la unidad de entrenamiento de perros de la policía.
Actualmente, el equipo trabaja en un kit que contiene cinco compuestos químicos comúnmente encontrados en la descomposición humana. Estos compuestos permiten realizar ejercicios más prácticos y éticos, eliminando la necesidad de usar restos humanos reales. “Este líquido es una herramienta adicional que facilita el entrenamiento y evita los inconvenientes de trabajar con restos reales, que requieren un trato respetuoso”, añadió Cardoen.
Un avance para resolver casos
Uno de los mayores desafíos es capturar el olor específico de los huesos secos, ya que éstos son porosos y absorben olores del entorno, como el suelo o los árboles cercanos. Además, su olor cambia con el tiempo, dependiendo de si han pasado tres, diez o veinte años desde su descomposición.
“En los casos fríos, nuestros perros no podían detectar huesos secos debido a esta complejidad. Con esta nueva herramienta, podríamos aportar un valor adicional a las investigaciones”, destacó Cardoen.
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Martin está desarrollando el kit utilizando muestras reales de huesos secos, incluido un esqueleto humano encontrado en una maleta, que se conserva en un cilindro de vidrio para permitir la extracción de moléculas. “El objetivo es seleccionar las moléculas que sean específicas al olor de los huesos y reproducirlas en un compuesto confiable para el entrenamiento”, explicó.
El potencial de esta tecnología es inmenso. Según Cardoen, si las pruebas iniciales siguen siendo positivas, podría convertirse en una herramienta operativa que permita a los investigadores localizar restos humanos secos en casos que han permanecido sin resolver por años o incluso décadas.