Un nuevo estudio realizado por investigadores del Aquarium Research Institute en la Bahía de Monterey (MBARI por sus siglas en inglés) en Estados Unidos documentó por primera vez cómo el deshielo del permafrost sumergido bajo el agua en el borde del Océano Ártico está afectando el lecho marino, causando “agujeros” en el fondo.
Gracias a una serie de estudios batimétricos de alta resolución en el mar canadiense de Beaufort, los expertos pudieron llegar a una zona hasta entonces inaccesible que reveló cambios en el lecho marino ártico entre 2010 y 2019.
Usando robots de mapeo autónomos, los científicos documentaron múltiples depresiones grandes “agujeros” en el Ártico, similares a sumideros, la más grande del tamaño de una manzana entera de edificios de seis pisos, se había desarrollado en menos de una década.
La degradación del permafrost del Ártico terrestre se atribuye, en parte, al aumento de la temperatura media anual debido al cambio climático provocado por el hombre. Sin embargo, los cambios que documentó el equipo de investigación se derivan de cambios climáticos mucho más antiguos y lentos relacionados con el surgimiento de la última edad de hielo, y cambios similares parecen haber estado ocurriendo a lo largo del borde marino del antiguo permafrost durante miles de años.
“Sabemos que están ocurriendo grandes cambios en el paisaje del Ártico, pero esta es la primera vez que hemos podido implementar tecnología para ver que los cambios también están ocurriendo en alta mar”, dijo Charlie Paull, geólogo de MBARI.
Paull explicó que “si bien los sumideros submarinos que hemos descubierto son el resultado de ciclos climáticos glaciales-interglaciales a más largo plazo, sabemos que el Ártico se está calentando más rápido que cualquier otra región de la Tierra”.
Y destacó que “a medida que el cambio climático continúa remodelando el Ártico, es fundamental que también comprendamos los cambios en el permafrost sumergido en alta mar”.
En 2010, mientras realizaban los primeros levantamientos cartográficos los investigadores encontraron una banda de terreno del fondo marino inusualmente accidentado a lo largo de un tramo de 95 kilómetros de la plataforma de aproximadamente 180 kilómetros de la costa, a lo largo de lo que alguna vez fue el límite hacia el mar del permafrost relicto del Pleistoceno. Lo que equivale a casi dos veces el tamaño de la ciudad de Manhattan en Nueva York Estados Unidos.
Los tres estudios multihaz posteriores en 2013, 2017 y 2019 proporcionaron mapas de alta resolución de un área más pequeña de 4,8 kilómetros cuadrados, poco menos que el tamaño del Bosque de Chapultepec, cerca del borde del permafrost sumergido de 120 a 150 metros de profundidad para ayudar a los investigadores a comprender los procesos responsables de las características únicas del fondo marino observadas por primera vez en 2010.
Las diferencias medidas en estos estudios durante un período de nueve años proporcionaron tres instantáneas de cambios rápidos y dinámicos en la morfología del fondo marino.
Los investigadores documentaron la formación de nuevas depresiones o “agujeros en el Ártico” empinadas de forma irregular. La más grande era una depresión de forma ovalada de 28 metros de profundidad, 225 metros de largo y 95 metros de ancho.
El equipo de investigación atribuye estos cambios al colapso intermitente del lecho marino debido al calentamiento gradual del sedimento del permafrost congelado debajo de la plataforma ártica desde el final de la última edad de hielo.
¿Cómo fue posible encontrar estos “agujeros” en el fondo del Ártico?
El mapeo repetido del lecho marino con un sonar basado en barcos y un vehículo submarino autónomo (AUV) fue fundamental para este trabajo. Estos vehículos de mapeo pueden resolver la batimetría del lecho marino hasta una resolución de una cuadrícula cuadrada de un metro lo que equivale a aproximadamente el tamaño de una mesa.
Este nuevo estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences es el primero en poder realizar estudios detallados y evaluar los cambios en el lecho marino, ya que hasta hace poco el permafrost sumergido en el fondo del mar Ártico, producto del derretimiento de los glaciares y el aumento del nivel del mar, había sido en gran medida inaccesible para los investigadores.
Pero ahora, gracias a los avances tecnológicos, incluidos los robots cartográficos autónomos de MBARI, los científicos pueden realizar estudios avanzados en este tipo de regiones, y es que alrededor de una cuarta parte de la tierra en el hemisferio norte es permafrost o suelo congelado.