Esperen: Luigi Emilio Pecorelli no es mexicano.
Nació en Filipinas, de padre romano y madre gala; vivió su infancia entre Italia y Francia y ha cocinado para comensales de todas las cunas y carteras imaginables en Asia, Europa y América. No obstante, Luigi llegó de vacaciones a México en noviembre del 2003 y ya no se quiso ir.
Aunque sus rasgos revelan la parte de Filipinas que corre por sus venas, él lleva tantos años viviendo en carne propia el caos de la ciudad, que ya se siente "mexicano". Y le gusta. Desde que llegó a la CDMX trabaja en el restaurante NonSolo, que inicialmente era de uno de sus hermanos y del que ahora también él es socio.
Empezó su carrera, irónicamente, lavando platos en un restaurante mexicano en Francia, y pronto sus habilidades natas lo fueron llevando más y más arriba. Este chico se especializó en recetas tradicionales francesas, pero igual ha trabajado en fondas deslucidas, que en restaurantes de alta cocina molecular con más de tres estrellas Michelin. Su sazón se definió al fuego lento de Italia, Inglaterra, las Islas Maldivas, Sri Lanka, India y hasta Mónaco.
Sin embargo, para Luigi el fin último de lo que hace no es comer, sino compartir.
"Cuando hago un platillo estoy envuelto en recuerdos: de los viajes, de mi infancia, de las cosas que me gustan. Y soy feliz. Esa es la razón de que quiera transmitir el mismo sentimiento en cada cosa que preparo". Luigi Pecorelli
¿Una pizza margarita?, ¿un tiramisú?, ¿una ensalada rociada con aceite de trufa? Sea lo que sea, las manos de Luigi se mueven ágiles, mientras sonríe.
Solo él sabe qué escena se reproduce en su mente, pero algo es seguro: los comensales que den la primera cucharada también serán testigos de ella.
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