Cubierta con una máscara blanca, una mujer cuenta cómo fue secuestrada, atacada sexualmente y abandonada en un terreno baldío, del Estado de México. Sus gritos paralizan a los espectadores. Lo que ella narra, enchina la piel.
Se trata un performance en plena calle. Lo llaman: "Rostros desdibujados sobre aires de esperanza". Con él buscan devolverle la identidad a cientos de cuerpos de víctimas de feminicidios, que han sido encontrados en el Estado de México.
La mayoría de las participantes conocen casos cercanos o han vivido en carne propia, la violencia de género. Con esta protesta, el arte les ha permitido liberarse.
Manuel Amador, creador de este performance y activista por los Derechos Humanos, señala que "la omisión de la autoridad, manda un mensaje a los feminicidas, es decir, se puede asesinar a mujeres (porque) aquí no hay justicia, aquí no hay ley". Es por esta razón que la acción ciudadana cobra importancia.
El arte es una herramienta, pero no es una acción aislada. A raíz del feminicidio de Valeria, la niña de 11 años que fue encontrada sin vida en una combi, vecinos de Nezahualcóyotl se organizaron para generar una serie de propuestas que llevarán a cabo con sus propios recursos.
Entre ellas, destacan la creación de redes vecinales de acción inmediata, talleres y pláticas en escuelas y espacios públicos; así como la creación de un centro de atención a víctimas, que no dependa del gobierno.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas, en México el 95 por ciento de los feminicidios quedan impunes. Según el Observatorio Ciudadano en contra de la Violencia de Género, Desaparición y Feminicidios en el Estado de México, en 2016 esta entidad registró 263 feminicidios, los municipios más afectados son Ecatepec y Nezahualcóyotl.