Los primeros en salir del Vuelo 387 de JetBlue fueron los camarógrafos de televisión, el secretario de Transporte de Estados Unidos y los ejecutivos de la aerolínea.
Bajo el sol tropical que calentaba el asfalto, los visitantes destacados intercambiaron saludos tras la llegada del primer vuelo comercial estadounidense a Cuba en más de 50 años. Alejado de la cámara, un grupo pequeño pero potencialmente más importante se abrió paso a través de la única terminal del aeropuerto de Santa Clara: un par de mochileros de Oregon y un editor de libros de Chicago y su hija de 16 años, los primeros turistas estadounidenses en los vuelos recientemente restablecidos.
Para diciembre, los cuatro tendrán bastante compañía, con aproximadamente 300 vuelos directos por semana programados desde Estados Unidos a 10 ciudades en toda Cuba. Las líneas aéreas estadounidenses más grandes y el gobierno del presidente Barack Obama esperan que los aviones transporten a cientos de miles de viajeros del país del norte, tanto cubano-estadounidenses que visiten familiares como turistas que conviertan nuevamente a la mayor isla del Caribe en un importante destino turístico para los norteamericanos.
Para las aerolíneas estadounidenses es una oportunidad de ingresar a un mercado inexplorado ubicado a menos de una hora de vuelo desde Miami. Para los cubanos que trabajan en turismo, significa oleadas de estadounidenses exigentes pero que proporcionan buenas propinas, quienes podrían transformar el paisaje en ciudades como Santa Clara, que hasta ahora han estado fuera de la ruta turística.