La única pirámide sobreviviente de la antigüedad en Roma tiene una nueva cara, pues un magnate japonés ayudó a pagar por una ambiciosa tarea de limpieza, de una edificación construida hace unos dos mil años.
Aunque se eleva a 36 metros de altura, desde hace mucho la pirámide ha sido ignorada por los turistas. Décadas de suciedad habían ennegrecido el exterior blanco de mármol de Carrara con la que está labrada la pirámide.
El nipón Yuzo Yagi, quien dirige una compañía de textiles y ropa, proporcionó dos millones de euros para la restauración, hecho que es presentado por autoridades italianas como un modelo de cooperación entre sectores privados y públicos, en beneficio del patrimonio cultural de la humanidad.